La Kabbalah, esa sabiduría mística antíquisima, se basa en un esquema para pedagógicamente poder enseñar sus principios y su filosofía: ese esquema se llama el Árbol de la Vida.
Veamos lo que nos revela el Rabbí Isaac Benzaquén, director del Instituto de Kabbalah Universal,. sobre el Árbol de la Vida.
¿Por qué el Árbol de la Vida toma este nombre?
«El ser humano es como un árbol: tenemos el tronco que viene a ser el cuerpo; tenemos raíces, que son nuestros antepasados; tenemos ramas, que son los amigos, los vecinos, los familiares; tenemos flores y frutos, los hijos», explica el maestro espiritual.
«Por lo tanto, es el simil de la naturaleza ya que un árbol es un elemento muy llamativo dentro del contexto de lo que es la naturaleza, porque nos beneficiamos de esos frutos. Por lo tanto, la Kabbalah,. siendo que se beneficia de enseñar, de instruir la espiritualidad, lo hace a través de ese elemento que se llama Árbol».
¿Por qué de la Vida? Responde el Rabbí Benzaquén: «porque nos permite agarrarnos, cuando abrazamos el Árbol estamos abrazando la Vida, estamos manejando los términos que nos van a permitir desarrollar la Vida para llegar a un estado de agradecimiento, de alegría, de plenitud y de felicidad».
Por ello, revela el Rabbí, «en remembranza de aquel párrafo que aparece en la Torah, primera parte de la Biblia, donde dice que el ser humano vivía en un estado ideal donde solo se dedicaba al crecimiento espiritual. Y allí tenía un árbol, el Árbol de la Vida, y había también otro árbol que era el Árbol del Conocimiento, del Bien y del Mal. Pero siempre este Árbol de la Vida estuvo presente en ese contexto de crecimiento espiritual del ser humano».
Agrega que el Árbol de la Vida es el símbolo, el arquetipo que nos permite llegar a esa esencia donde reconocemos la presencia divina dentro de nosotros y en el contexto natural que confluye en el escenario principal donde el ser humano se mueve.
Una curiosidad sobre el Árbol de la Vida
El kabbalista señala que a propósito del Árbol de la Vida cada quien de nosotros representa y tiene dentro de sí un Árbol de la Vida.
«Ahora, aprovecho como curiosidad para preguntarte ¿cómo está tu Árbol de la Vida?, ¿cómo sientes que él influye sore ti?, ¿cómo diariamente lo riegas, sacas sus frutos aprovechas el sabor de esas frutas?, ¿cómo está la madera constitutiva de tu Árbol de la Vida?
El Rabbí manifiesta que toda esta reflexión tiene mucho que ver con las raíces.
«Si tienes una raíz que nutre al Árbol, ese Árbol va a ser de una madera fuerte, de ramas frondosas, va a ser de muchas hojas, de flores y hermosísimos frutos. Ahora, si esa raíz tiene poco contacto con el tronco cómo será esa madera, cómo serán esos frutos, cómo estarán esas ramas y esas flores. Por cierto, las ra{íces son los ancestros. Entonces, la pregunta es ¿cómo está la relación con tus ancestros? Especialmente, papá y mamá, que son los representantes de todas esas generaciones de antepasados que están detrás tuyo».
Un tip significativo
«Te voy a dar un tip importante acerca del Árbol de la Vida que te va a traer una reflexión: Quien a buen árbol de la Vida se arrima, buena sombra lo cobija», exclama el Rabbí Benzaquén.
Equilibrio en el Árbol de la Vida
El expositor pronuncia que lo más importante es encontrar el equilibrio.
«Por ello la imagen para representar la justicia es una balanza, porque el objetivo final es que todo esté equilibrado. La gran pregunta es: si el Árbol de la Vida representa diez conciencias que están dentro de nosotros, ¿cómo hacemos para equilibrar una con otra?
El Rabbí cita un ejemplo.
«Tenemos en la parte central el amor por un lado y frente al amor la limitación, la restricción. ¿Cómo podemos equilibrar, cómo podemos hacer ese matrimonio entre amor y restricción? Pues, cuando nuestro hijo nos solicita un apoyo económico y se lo concedemos continuamente, ahí estamos desequilibrados. Resulta que cuando él crezca, sea adulto, y la vida le diga no, realmente va a significar un trauma para sí. Ahora, si también le damos amor y le enseñamos a que en oportunidades hay que limitarse, hay que restringirse, hay que decir, no, vamos a hallar el equilibrio».
«Y cuando estamos equilibrados la energía divina en el Árbol de la Vida se desplaza y fluye como una cascada», concluye el Rabbí Isaac Benzaquén.